Orígenes de los sigilos

Los orígenes de los sigilos se pierden en la niebla de los tiempos si nos atrevemos a identificar como tales incluso las marcas que nuestros antepasados prehistóricos grababan en las piedras. Sin embargo, es más lógico identificarlo a partir de la creación de la escritura, y por tanto, la manifestación consciente de un concepto mediante la abstracción que supone. Porque, por definición, eso es un sigil o sigilo: una abstracción de un concepto físico o no, la manifestación abstracta de un deseo o intención. Sigil o sigilo, parece tener su origen etimológico en sigillum, lat. sello., lo cual no es de extrañar pues es la marca de la impronta de alguien. Se identificó también con seghulot, en hebreo, que significa «remedio espiritual» y se identificaban como amuletos para atraer la suerte.

En el ámbito mágico, el sigil o sigilo acostumbraba a ser la marca que indicaba, invocaba o manifestaba a una potencia mágica, superior, divina. Estos sellos estaban caracterizados por cuestiones astrológicas o de escritura divina, jeroglífica, comúnmente reservadas a aquellos que fuesen cercanos a esas potencias, ya fuesen alquimistas, sacerdotes, hechiceros, magos. Lo difícil es establecer las características propias de lo que es un sigil y lo que es solamente un símbolo mágico cuando desconocemos los significados propios de las imágenes que encontramos, por ejemplo, en papiros mágicos y de la que no tenemos modelos anteriores.

Por Graciela Sonia Matarin